LA MOVILIDAD DE LOS SITIOS


Se dice que un torero conoce el sitio cuando entiende aquel rincon excepcional donde el toro le permite pararse, con sus bufidos acariciándole el pecho y se entrega, el toro, al engaño. Pero este sitio no se puede calcular, no es una fórmula, tiene que ver más con una armonía honda, con un juego a muerte, una escucha, una transformación mutua. !Son los toros una metáfora tan suficiente para las cosas de la vida! Cuando me encuentro con la sordera o la quietud, todo empieza por una incomodidad, un sonsonete, un retintín que me desajusta, me disuena como la música cuando deja de ser un río para moverme y se vuelve un estruendo para justamente eso, ensordecer.
Descubrir con Magda Labarga, una de las mironas que conozco, la preñadora, cómo para alguien una pintura puede ser una ventana del mundo lo mismo que un caracol, una sirena aletada o de buque.
Creo que se tiene sitio para moverse, para no quedarse quieto, no para mirar el mundo desde un par de ojos sino para encontrarlo cada vez con los ojos desde donde se pueda mirar. Me da fortaleza escuchar a Magda, cuando me encuentro, por otro lado, la inseguridad de los que no se atreven a moverse de su sitio, de los que solo saben mirar el mundo desde la etiqueta escogida o asignada.
Los sitios que se mueven , los toros que se disponen o indisponen, las cornadas que te puedes ganar a ley, justamente por mirar para el lado complicado, eso, no tiene remedio. Pero la movilidad de los sitios es lo único que el miedo no puede perturbar en la vida de una artista, de una habladora. de una buscadora, de una aventurera.

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