EL OFICIO DE LOS ENCUENTROS
Texto
suscitado por textos, por autoras, por
editores, texto de persecución y disfrute
CAROLINA RUEDA,
dic 11 de 2023
Bogotá
Acabo de terminar los libros de
Magdalena Labarga y Paula Carballeira publicados por Palabras del Candil en
2022. Varios días llevo rumiando si escribirles a las amigas, publicarles a las
autoras, hacer como los conversos y salir a contarlo, armar una fiesta y por
fin logré sentarme. Resultan ellas, los libros, una combinación de voces
femeninas sobre el oficio en donde de manera complementaria y a la vez
divergente construyen una mirada de interés y de exploración. Lo más bonito de los
libros es que ambas parecen incluirse como público: a veces se preguntan, se
contestan, se corrigen, cada una de ellas en diálogo y soliloquio de una
honesta búsqueda del ejercicio misterioso de la narración oral.
Duré casi un año para poderlos leer y
cuando me senté los leí en siete días: más para poder masticar, que porque
necesitase tanto tiempo. El respiro de las dos, tan distinto y a la vez
acogedor, provoca en mí una metáfora de ciencia ficción donde dos universos se
amparan: el uno intentando abrazar frenéticamente el misterio, en un ejercicio
de rodearlo, observarlo, cuestionarlo, picotearlo; la otra mirada, serena con
el misterio, describe, más exacto,
dibuja los lazos con lo profundo de la especie y la comunidad. Pensar la
narración oral básicamente como un universo que además de creativo es social
que además de social es reparador y constructor de historia. Este tipo de
cultivos del pensamiento, habitados por la inquietud, por las preguntas y por
los trazos de un oficio que se sustenta, como pocos, en la confianza de lo invisible. Paula dice de dónde agarrarte
para ir, Magda se tira voraz en el tesoro, lo escarba, mientras todo lo que nos
ampara, y que Paula describe tan generosamente, cuida que el camino sea, aunque
arriesgado, posible. Un camino que pretende acoger y acompañar la
incertidumbre. De las cosas más interesantes que ocurre cuando lees teoría de
tu oficio es que escuchas la voz de quien habla, más tratándose del oficio del
que hablamos, el oficio de los que hablamos. Estas voces reconocen una
interlocución viva, no vertical ni docta, sencillamente las voces de dos aventureras
que en su búsqueda muy personal persiguen desde lugares distintos, un misterio
que juntas, cuando eres un lectora privilegiada como yo que pude hacerlo casi a la vez, logran perfilar para
hacerlo visible. Como hacedores de este oficio nos enfrentamos con frecuencia
al desprecio de la sencillez. Esta
actitud no tiene motivos muy claros, repite argumentos confusos detrás de una
valoración equivoca de la palabra como recurso y como poesía. Los espectáculos
de narración oral basados en el poder de la evocación y la construcción
imaginaria resultan valorados por sus efectos visuales. Difícil imaginar
testigos más pobres, por eso es tan importante que este entramado que estoy
intentando nombrar y que esta sostenido por narradores artistas que dan señales
con aullidos a la manada entera, y por más
de 50 títulos de una pequeña editorial, entre otras pero esta en concreto, aborden el ejercicio de nombrar y reflexionar
sobre un oficio que tiene tanto de
tradicional como de arte viva por la
magia natural de su misterio.
Paula y Magda, Magda y Paula, escriben dos
libros muy distintos, Y TODO POR NADA de Magda Labarga Y SEGUIREMOS
CONTANDO… de Paula Carballeira. Hay
una espiral de conocimiento que fragmenta, presenta, explica, pregunta, sobre
elementos y habilidades propias de nuestro oficio. Actualmente, dicen los
muchachos que se les estalla la cabeza cuando se enfrentan a cualquier
reflexión un poco más elaborada y compleja que lo publicado en internet. En
estas lecturas, tuve que parar varias veces en cada libro y varios días entre
los dos. Sin embargo, sentía el misterio presente, él, también siendo mimado
por nosotras y ahí me incluyo como cualquier lectora y escucho el ronroneo de un
oficio basado en el encuentro. Estas lecturas, este mundo aun por nombrar, me
propone un trabajo tangible, rico, pertinente para estos tiempos y sobre todo
variado porque, como todas las grandes artes, el ejercicio de narrar parte del
ojo que cuenta, de la mente que relaciona y del corazón que pone en pie y da
vida a un universo por el cual transitamos en compañía. Vamos en busca de las
cosas más temibles sintiendo que ir juntos nos hace fuertes. Que al estar
juntos un cobijo de emociones, temores e imágenes nos ayuda a vivir mejor o tal
vez mas.
No es que se cuenten cuentos para ser
mejores nosotros o la vida, sino que contar cuentos acompaña en el camino de
vivir los recovecos y callejones tanto como las llanuras luminosas y
refrescantes.
Palabras del candil hace una labor
titánica, sus libros han alentado mis días más oscuros y mis cansancios más lejanos, han logrado acercarme, a una variada meditación constante sobre la
creación y la proyección de nuestro arte. Una cosa bonita, es que en su materia, la de
los libros, sus caratulas, sus colores, se respira una cierta alegría donde los
cuentos y muchos de los lazos que trazan, encuentran algo así como un bar, un
salón de merendar, un espacio grato para
tomarse un café e ir tejiendo caminos.
Paula y Magda, Magda y Paula, vaya
par de animales que perciben la palpitación, la escucha, el rugido claro de la
bestia que yace en el fondo de todos los cuentos, lo que los hace tan
peligrosos, tan poderosos en su visibilidad y conservación, que nos hablan del
cuerpo que cuenta y de la voz tan necesaria, de la cercanía del otro como
resultado y de la cercanía del otro como origen. El ejercicio del encuentro, de
salir a buscar a otro para contarle, de buscar enfebrecidos un hablador de
oreja que nos permita conducirlo por el viaje que nos ha subyugado.
La escucha crece y el apetito en
cambio amengua, se hace más exigente, más complicado, o te gusta pero te sienta
mal o no te gusta pero te aclara, o te gusta pero te enreda, o te gusta pero te
contradice, esa cosa maravillosa de la barra de cualquier café donde cada dos
minutos se destroza y se crea el mundo.
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