INGENIERÍA DE PUENTES




el trancón de ideas...
 recuerdo que siempre que veo contar a los gallegos me encuentro que tienen una especie de atasco verbal de cuatro vías, les llegan palabras,  seguramente por estar contando en castellano,   cuatro a la vez,  que tocan la bocina tratándolos de  convencer de que son la mejor pero los gallegos y gallegas  tienen claro que en esas cosas no hay que   optar, por tanto te nombran las cuatro palabras como una especie de descripción de sueño, de fotografía instantánea, de reporte de la colisión.  La imagen estalla entonces llena de sonidos, colores, profundidad y perspectiva. Eso que he visto y que humildemente describo es parte de la sensación mental que tengo ahora: una ebullición de ríos,  un sonido de potencia, una sensación de cocina en lo profundo; el recorrido con Selva es alerta, feroz, satisfactorio y exigente. 
La gira por Argentina y participar en el Encuentro Valparaiso es un cuento, en Chile, era nacer en otro proceso que tiene   aspectos como  la maravilla, el desconcierto y cierto espanto de la novedad.
  Si describiera este proceso en un juego sería como un balancín que  calculé, medí, dirigí  y luego solté la piedra desde la montaña para que me lanzara al vuelo, imagen de  vuelo  que a todos nos recuerda al coyote del correcaminos,  y como muy bien enseña ese gran filosofo contemporáneo  el salto siempre es impredecible, siempre, aparte de los productos ACME...
Ahora en el aterrizaje me encuentro en otro lugar  aun evanescente, la presencia de Magda Labarga inspiradora, contundente, el público argentino que nos reveló una dimensión del espectáculo  y sus posibilidades, público para crecer el argentino que  te da conversa; en Chile la salida del teatro era   un poema,  con discusiones donde odios y amores se chocaban en el desconcierto, es verdad no trabajás para eso pero si lo que ocurre, ocurre, pues ya es una fiesta. En Buenos Aires un público atento vigilante que rápidamente se entregó al  rompecabezas, y que a la salida estuvo ahí quieto, sin salir de la sala... en Rio Cuarto una función de lujo, un teatro municipal precioso, una técnica impecable y los personajes vinieron,  aparecieron todos juntos y a la vez, sus discursos llegaron con  historia, con peso, con  ocurrencia.
El regreso a Colombia, los amigos, el retorno, el año entrante, el año presente, lo sueños, la ciencia ficción, el viaje, las cataratas de Iguazú que  te precipitan en magia y a mi me trajeron el país de los ciegos de H.G. Wells, los universos que se cruzan, la vida preguntándote por sus caminos a esta edad y la necesidad de tejerlos  con muchos puentes levadizos, porque son uno de los lugares que prefiero en el universo, te dan razón de los viajes en el tiempo, te dan razón de lo etéreo del espacio y también de los vientos.
La risa  es una música indispensable, ¡cuánto del viaje no adquiere todo su peso en ella! equipajes útiles, ligeros e inolvidables...
El trancón en este caso es dulce es como un trancón de besos en las esquinas de los semáforos cuando las parejas enamoradas descubren que al besarse el color  cambia a verde.
 Quedan los puentes, las preguntas y los acantilados, parecen venir con cada viaje a ratos evidentes y a ratos disfrazados pero siempre ahí,  moviéndote la tierra.
 

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