EL ARTE Y LA FURIA

Entre tanto gurucito de  pacotilla que pretende salvar nuestra vida con el arte y dejarnos imperturbables, entre tanto discursillo de arte ayuda con mensajes de amor al universo y serenidad espiritual cuando lo que hay que hacer es rompernos el equilibrio, quitarnos la mansedumbre, inquietarnos hasta enfurecer;   entre tanto traidor escondido en la filosofía del secreto y la justicia divina; a veces estoy perdida en el oficio que me atañe y me reencuentro con el sinsentido; entonces, solo a veces, aparece la iluminación el verdadero testigo de lo sagrado que está más cerca del lodazal que de los mesías, que en general resulta más incómodo que  adulador y es menos  relamido y más agresivo que los demás. Hoy hablo de lo ocurrido el pasado sábado en la función de clausura del Festival Puro Cuento en  Santiago de Chile,  y más exactamente de Luis Felipe Alegre  que puso el lugar de lo inefable y regaló por unos segundos la presencia de lo sagrado y de la palabra que  conmueve,  profundiza, descubre y aletea en el alma. Lo primero fue un poema de Nicanor Parra El hombre imaginario sencillo, fácil  de seguir, poderoso como lo popular,  con éste realizó el hechizo  para el vuelo total, una sextina de  Jaime Gil de Biedma  Apología y petición que con la sencillez de la genialidad,  nos hizo corear con él hasta conmover el alma de los 100 espectadores que lo escuchábamos en La Casa en el Aire de Bellavista. Con Luis Felipe en este evento he visto  la poesía, yo que no soy especialmente buena leyéndola ni siguiéndola, he visto su profundidad y capacidad premonitoria, he recordado  el lugar misterioso y  único que ocupa en las entrañas, me he sentido parida y pariendo; creada y creadora, furiosa y frágil,  guerrera y vencida y eso no tiene precio. La presencia de los maestros tiene eso, que sin esfuerzo al hacer eso que parece nada, te abren el caudal, te llevan al llanto y a la impaciencia te recuerdan para qué fracasas tanto, para qué  batallas,
para qué estar en el lugar de los nadies del mundo. Cuando veo los teatros que me ofenden, las envidias que me asaltan, las injusticias que me perturban, muchas veces siento que esto que hago y que  comparto con algunos  tal vez está destinado a la desaparición porque el público espera que le des gusto, que le toques los huevos, que te comportes como su putita obediente y sin rechistar, que para eso somos los payasos de la sociedad. Pero luego aparece el milagro, esta presencia de lo sagrado hecha de barro y de poesía, de caras sucias y mocos, de hambre y melancolía que  me recuerda lo  trascendente, lo que está más allá de mis humanas pasiones y carencias y sonrío por unos segundos y lloro  esperando que el milagro se repita, que los maestros pervivan y que seamos capaces de seguirlos justamente por eso, porque no nos quieren tras de ellos sino con ellos con el alma rota y las heridas sangrando pero con la ebriedad  de los dioses que miden la vida por su capacidad de conocer y de explorar la inmensidad.

Comentarios

antoninavarro dijo…
Gracias Carolina por tu análisis de lo urgente. Como sabemos la cultura es información que se transmite por vía no genética y si este tipo de análisis estaríamos condenados a repetir siempre lo superfluo.
M. dijo…
¡Brava! Qué bello mi Caro. Sí a todo.
aldo méndez dijo…
Te quiero con la misma certeza conque empuñas las palabras, te quiero por sincera y tajante, por auténtica y por poeta. Te quiero por muchas cosas y porque me da la gana y me hace bien y me hace bueno la honestidad de querer a los honestos y a las honestas, naturalmente.
Flora la o valles dijo…
Caro ... mi Caro sin cubierta , al descampado con el sol en la cara así pique, así duela , así te abrazo y así lloro contigo.

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