DIARIO DEL CRIMINAL
algo se agita en mi interior con la fuerza de una pantera hambrienta que persigue salir en busca de su presa, esta pantera ruge bosteza, se relame los bigotes y enloquece la selva entera en su encierro. También a ratos hay un agotamiento que te asalta y te posee, que antes de ejecutar ya está rendido, ese hermoso y tentador lugar de los vencidos por renuncia, ese lugar magnifico donde los temores se vuelven amenaza y la amenaza justifica la quietud. En otros ratos cuando duerme, la pantera ronca serena, con la certeza de un posible renacer y de unas presas que desde siglos ansían su peligro para mantener su naturaleza. A ratos también, soy el autor intelectual y material de un crimen, y como todo criminal sueño con el crimen perfecto y un detective, el público, capaz de descifrarlo. El crimen, su planeación la selección y conocimiento de la victima, la atrocidad de la estrategia. Lo que realmente logra el criminal o lo que persigue, es la creación de un momento perfecto, de un mundo ideal donde codearse con el creador. La diferencia entre el original y estas monstruosas copias, es la conciencia de que la perfección es aburrida, y lo que merece la pena es la tarea, la vieja historia de la zanahoria y el burro, el lugar de la sorpresa, de lo inusitado, de lo incalculable ...
La pantera continua su rugido, no se si busca ayuda de la manada, o, a lo que me inclino más, persigue calentar sus músculos para emprender la jornada: vocifera, chasquea los dientes, afila las garras, me asusta un poco, se lo permito, acallarla es imposible, lo he intentado todo.
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