UN OTOÑO PRIMAVERAL



La gran sorpresa de este viaje a España tiene que ver con descubrir que el desarraigo no se parece para nada a la soledad, descubrir que el desarraigo como tal no existe, que nos han vendido una idea de los lazos como seguridad como forma de estar validado gracias a que otros nos ven, nos reportan, nos reconocen, o que el ambiente es un lugar concreto, un paisaje conocido un acento, una voz. Mi año entero ha estado plagado de desprendimiento, de estar en la vida sin poder saber qué es fijo, estable o qué permanece. Ha sido un año de hallazgos y despedidas, de hermosuras y durezas, y ahora en este viaje tan parecido y tan distinto a muchos anteriores, de repente sentirme parada en otro lugar, colocada en un mundo seguro que no esta por fuera, que no depende de lo otro sino que en si mismo ya completa su completud. Esta España ha sido nueva, ha sido maravillosa, con lugares como Granada donde entendí que el poeta dijera que no habría mas pena que ser ciego en Granada, en donde he probado delicias de Extremadura, he visto sombras proyectadas que dibujan corazones, y monstruos que no son mas que sombras, y sombras que no son mas que miedos y miedos que no son mas que mundos desconocidos que de cerca son parques para jugar.
El viaje sentimental, el viaje emocional, la maravilla de tener el mundo por delante y las piernas para andarlo y el estómago para probarlo y la tristeza a veces para acompañarlo y colorearlo de tonos otoñales, que dentro poseen el rojo de la pasión y a ratos el terroso color de la caida.
He recordado un cuento de ciencia ficcion, de Ray Bradbury, una historia terrible donde unos astronautas pierden el contacto con la nave madre y se quedan flotando con sus trajes espaciales en el universo, con unas cinco horas de oxígeno cada traje, conectados por sus radiotelefonos, y durante el cuento primero son cinco y van hablando de lo que hubieran querido hacer, al volver a la nave o volver a la Tierra, y asi van quedando cuatro y luego tres y luego dos, y finalmente el último que habla y solo escucha el sonido del vacío desde el radio de su amigo y asi termina el cuento, con aquella soledad donde no sabe dónde queda arriba o abajo, dónde no hay una voz que te conteste, donde tu tristeza cae en un vacío galáctico y definitivo .
Entendí tanto recordando este cuento, porque esta era la imagen que yo tenía del desarraigo, la imagen de la perdida de la voz, la pérdida del sentido, la perdida en fin. y ahora no, me siento planeta, me siento galaxia, y así siéndolo, encuentro que el mundo ancho pero no ajeno.

Comentarios

Anónimo dijo…
Qué buena historia la de los astronautas. Hay muchos momentos en la vida en que nos sentimos o nos quedamos como el último de ellos, pues el desarraigo no sólo ocurre para los que se mudan de lugar, también para quienes optamos por quedarnos. Hay un desarraigo peor que el de los emigrantes, y es el que produce el desamor, porque te priva de todo teniéndolo todo, porque te saca de lugar sin que te hayas movido un sólo centimetro. Escuchar el vacío siempre será el primer paso para querer llenarlo de nuevo. Antes es inútil. Me alegra que hayas vuelto a la galaxia y que te sientas parte de ella. Por mi parte, te cuento que hoy cumplo un año tratando de comunicarme con la tierra y sin saberlo te has puesto en mi frecuencia y me has hablado. Gracias por la transmisión y por el cuento. Pachocenteno.
antoninavarro dijo…
Gracías Carolina por recordarnos que formamos parte de ti, gracias por esta "ENTRADA CUENTO", pienso que estás inaugurando toda una tipologia de post.

Te voy a pedir un cuento a la carta. El otro día puse un post sobre "La grieta" de la también colombiana en el TATE de Londres. Y creo que hay hay un cuento para ti.
Besos!!!
luzcaraballo dijo…
Hola Carola,
Tu otoño primaveral es exactamente mi primavera otoñal. Tú en el norte, yo en el sur, ambas descubriendo que se puede pertenecer a un pedazo de tierra en el que no nacimos, pero que nos acoge (si queremos).
Qué bueno leerte reconciliada, contenta, equilibrada. Con el toque justo de tristeza como para poder disfrutar las alegrías. Qué ganas de verte, querida. Quizás uno de estos días vuelva a llenarte la casa de papelitos escritos. Por los momentos, te mando un fuerte abrazo.

Entradas populares