LOS RITOS

Los actos simbólicos suceden de una manera súbita, las ceremonias más fuertes las he vivido cuando el rito aparece como una necesidad, una realidad ineludible. Por un segundo parece que tu conexion, se ampliara, como si recibieras todas las frecuencias y fueses capaz de oirlas. Cuando lo propio y lo ajeno se definen pero no por propiedad sino por encuentro, cuando por un segundo, o una milésima, crees que todo se acomoda, se teje, se enlaza, cuando todo eso se conjunta surge el acto simbólico, un acto que se carga de sentidos, desde su misma instalación que sintetiza los pasos como un mapa de pirata, que define los tesoros, que ofrece una isla quieta para reposar y una partida pronta para conjurar la tentación. El símbolo pasa por nosotros como uan ráfaga, como un dios griego que nos posee y nos somete, se ejecuta, luego se lee, pero cuando estamos en él, como un torbellino nos arrastra en su ritmo, nos hilvana con certeza, nos amarra, nos teje, y luego nos abandona a la suerte de entenderlo, de aceptarlo, de experimentarlo

Comentarios

Querida, haces una descripción del ritual sabia y bella, como es el apalabrar de tu experiencia. Cierto que los saltos de nuestra conciencia, la extensión y profundización de nuestra vivencia se produce siempre a partir de lo inexpresable de la sensación cargada de sentido, y que son los ritos una vía muy humana y redonda de esta mezcla de búsqueda, sorpresa y encuentro.

Hay que alertar también, no obstante, de los falsos ritos, de los símbolos huecos, del ritualismo sin sentido, un poco en la dirección de tu magnífica denuncia de las falsas divas. Porque también son ritos, de los falsos, los que nos narcotizan o desarman y nos empujan a creer que son caminos nuevos, los trillados vestidos de nuevos léxicos y ropajes, que no contienen no ya vida nueva, si no ni tan siquiera un rescoldo de lo que fueron aquellos caminos en su sentido primigenio.

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