LAS VERDADERAS DIVAS


Parte del hallazgo en este viaje ha tenido que ver con la reflexión sobre el divismo, el divaje o la diva-gación. Muchas veces me enfrenté, en los sitios de mi vida, con la realidad de las divas y tambien con su trampa. Y ahora descubro cuándo me he armonizado y cuándo desacompasado con esta forma tan curiosa de estar en el mundo. Las verdaderas, las entrañables, tienen en su alma la experiencia del coloso, su existencia aporta tanto para el corazón propio como para el ajeno, una luz, un regalo de generosidad; las divas cuando brotan desde dentro, son extremadamente generosas, ligeras, divertidas, picantes, malosas; tienen una mirada que brota de la maravilla del vivir y con esto, no me refiero a que sean suaves, estar en su presencia te provoca un apetito constante, una conciencia de mundo ancho, ajeno y disponible, una noción de pequeñez, una incomodidad, una impotencia, una falta de bocas para probar, de ojos para ver. Una diva de verdad te da ganas de tener más de un corazón para vivir. En cambio, cuando te encuentras con las tramposas, con las falsas, con las pobres divitas de medio pelo, la mirada se te empobrece, se te queda apagada, te enfrentas al grito gratuito, a la vanidad del tacaño, la diva que brota de las poses cree que es diva de fuera para dentro, por eso no puedes verla sino a ella y como su nariz es lo más lejano que alcanza a percibir pues se agota y te agota, te desgasta y te entristece. La trampa que nos encierra en el mundo de las divas está plagada de tanta soledad, de tanta ignorancia, de tanta tacañería. A las tramposas, a las cobardes, que se imponen desde su vanidad, desde sus pretensiones, desde su pobreza de espíritu, tengo ganas de decirles mamarrachas, groseras, baratas, dan lástima y lastiman, dan pena y averguenzan, tienen poder, pero ese poder será efímero, vacío, perecedero, y risible, qué ridículo hacen con tan poco espíritu vistiéndose de oropel, insultando a los que sienten menos y luciendo una cáscara de fruta podrida porque el relleno que tienen es amargo cobarde y espeso.

Comentarios

Marjorie Eljach dijo…
Conozco a más de una, y lo peor es que cuando se les acaba la temporada, se bajan del escenario, o se les apagan las luces, vuelven a ser "amigas", a mendigar por afecto y a ser las patéticas de siempre.
Querida mía, por tu experiencia con las divas y las antidivas, creo que podrías escribir una segunda parte.
De momento, esta primera es un abrebocas, el prefacio de un ensayo necesario.
Anónimo dijo…
Me acabo de enterar que aquí mismo se pueden hacer los comentarios. Es que la tecnología me ha dejado un poco rezagada! En fin, veo que te topaste con una de esas que mecionas de últimas...y qué piedra la que te dió. La que nos da a algunos, pero no sabemos poner en palabras.
Anónimo dijo…
Carito y todas....

Yo también soy picapiedra en la tecnología, por eso no me había metido nunca en tu espacio, ahora me estoy Desanalfabetizando...

La segunda parte...qué me decís de LOS DIVOS... (A montones) especialmente aquellos que mencionas....

besos.

jotavillaza

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