el rizo del rizo


Llevo muchos meses en silencio testimonial, por lo menos en lo escrito. Los pasos se han ido moviendo incluso por fangos y cimas del espíritu. La vivencia de los cambios en la vida tiene esa condición curiosa de dejarte casi sin palabras o mejor con las palabras como herramienta, pica y pala del camino boscoso que has emprendido. Ahora recuerdo el tema del pensamiento complejo que describe Morin, un filosofo francés que tuve que medio conocer hace algunos annos y que, entonces, pensé que había entendido, como cuando le explican a uno algo obvio, pero hasta ahora lo reporte, reporte la complejidad, la toma de decisiones en un marco circular y no lineal, la pintura del panorama como marco de referencia que es verdaderamente múltiple y con múltiples devenires, algunos claramente favorables y otros desfavorables pero entre medio mil posibles devenires matizados, personales, únicos que no se si por la edad, tienen ahora el peso de la vida. Por supuesto al principio se adquiere la gravedad, estado sensible y adusto que te repite la sensación adolescente de aquí yo y allá el mundo, luego viene como un decaimiento de adultez tristona, resignada, derrotadiza, y luego parece ser que aparece entre el humor y el deseo un lugar para mirar sin tanta gravedad , con extremo cuidado, y con risa posible el movimiento de un edificio de 43 pisos sin que se caiga un lápiz de la mesa... de chiquita en Bogota, movieron un edificio de un anden al siguiente, como ocurrió eso? no tengo idea, recuerdo ver la transmisión por televisión en blanco y negro, y creer lo increíble, pero sin preguntar ni como ni de que manera, solo con el asombro y la esperanza... yo tengo en la cabeza un edificio enorme pero parece que fue uno mas pequeño, parece que fue poco y yo recuerdo una calle anchisima, sin embargo frente a las dudas que se generan cuando paseando muestro mi memoria en las calles de la ciudad que ahora habito, sonrío y confío en mi memoria aunque no recuerde los detalles, con la certeza de que así fue y que, así, me sirve confiar en los imposibles.

Comentarios

Anónimo dijo…
Atrapas mi silenciosa sonrisa... pienso en la levedad de cada edad y la ciudad ahora me sigue los pasos... que bonito leerte así como escucharte...
Querida, mis recuerdos de edificios de infancia no son tan movedizos, pero sí de tan dispar dimensión como los tuyos. Todo era mucho más grande... También nuestros sueños. Ahora el mundo es más pequeño y nuestros sueños también... o no. Es que nosotros somos más grandes, esto es, menos enérgicos pero más capaces.
Cada vez que bostezaba grande, con una bocotototota abierta (que se me veían las amígdalas) y mis ojitos se ponías brillosos de "tuto", mi abuela me decía "Oh! Tiene sueñooo (con tono tierno, epático)". Yo respondía de alguna manera, fuera zon un "zzi" o un movimiento de cabeza de arriba a abajo, o con un silencio dormido, ella regresaba a mí con un mimo y me decía "que se te cumpla, mi tesoro"...

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