LA VIDA ADULTA


No me resigno a ser seria. Quiero decir seria soy pero no puedo ejercer la seriedad como si me doliera la vida como si la única opción fuera estar un pco desgarrada de la dureza y desde alli construir a mi manera. No me resigno a la resignación, al abandono de los sueños por las frias realidades. ¿Por qué suponer que si la realidad es cálida y prometedor, no cumple con los márgenes de realidad?, ¿es más cierta la realidad fria y deseperanzada? el movimiento siempre será la condición. nos movemos como dijo Galileo, incluso con la cicuta como amenaza.. La cicuta como metáfora de la quietud, sí, tal vez eso me horroriza, que estamos tejidos de una manera tal, que el movimiento se hace tan serio, tan peligroso, que nos acinan en la quietud, haciendo fila para la cicuta diaria cosa de no quedar muertos pero si envenenados. No me gusta que la vida adulta y la rutina se aposenten en la quietud, me resulta, el trabajo como oficio para vivir, una cosa más apetecible, más divertida, menos seria en este sentido. Mas bien tan seria, que solo se puede vivir con alegría porque su gravedad, te compromete hasta las uñas de los pies. Llevo un tiempo pensando en el futuro, y la primera imagen que de él apareció fue la vejez, la caída, el derrumbe, la muerte, trabajar para ese futuro, resultó imperativo, resultó una obligación pertinente; luego vino el futuro del bienestar, de las vacaciones, de las posesiones, los caprichos, una posibilidad tentadora; después llegó al incertidumbre, el futuro dibujado en el presente, en el diario vivir, y verlo, tan olvidado, tan denigrado tan en contravía, me dió una triste luz sobre el vivir. Pero de nuevo apareció la chispa esa que busca recordarme la vida como se descubre en este oficio, una vida de alerta, de mirada, de conocimiento del espíritu humano y su comportamiento, del tejido narrativo de los hechos. La constante parece avisar la inrremediable tristeza, pero no me resigno. Creo que la adultez puede tener que ver con alegría, con conocimiento, con concretos y no con resignación, desilusión y pesadez.

Comentarios

Anónimo dijo…
Me acuerdo de nuestras conversaciones sobre la cama de tu mama en Cali. Hablabamos o hablabas tu de llegar a viejos con las arrugas en el lugar correcto del rostro. Las que nos dejan la sonrisa en el rostro...era algo asi.
Si, hay que hacer un esfuerzo continuo para no olvidarlo.
De pronto en el proceso de ensitarte te has sentido sitiada. Cuando elijes y vives sigues caminando con la alegría de una mano y la tristeza de la otra, con un ojo sabiendo y otro aprendiendo (es decir, con una mirada que sabe que saber es aprender). No te imagino resignada, aunque sí preocupada (es la preocupación lo que nos acecha, más que la tristeza) y prendida por grilletes a los que prestas las manos de tu sensatez. Pero no son tus únicas manos, también tienes las que saben moldear llaves, para los grillos, para puertas y ventanas, para verjas y caminos. Hasta para abrir mi mirada y mi emoción sabes moldear llaves (y no sólo los míos).

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