El extranjero

Sentirme extranjera, ahora que llevo casi cuatro meses fuera de mi casa, de Bogotá y me faltan tres más, sentirme extranjera ahora en Miami, la ciudad de los extranjeros, la mezcla, la completa disposicion de conocerse y de andar, me siento más sola que la soledad misma, pero esta soledad a diferencia de la que he vivido en otras ocasiones no está cargada de desolación aunque si de extrañamiento, se siente raro este estado del testigo, del ojo que ya no charla con la vocecita interior que nos habita sino que mira y sabe que tiene un sentido este mirar pero ese sentido es inaprensible para la conciencia, es como abrir un ojo que está ubicado a mitad de camino entre la cabeza y el corazón, me pregunto a veces el para qué, el por qué, el cuándo cesará el viaje hacia algún lugar que siempre, como la zanahoria y el burro, está más allá del sitio a donde llegas. Sentirme extranjera , en Miami, cuando te sientes fuera incluso de ti misma y a la vez plagada de ti, la extranjería y la mirada, creo que esta vida de viajera me esta tratando de enseñar algo sobre el estar, seremos extrajeros siempre? qué quiere decir ser nacional, dónde tienes tu verdadera patria?, si tus semejantes están en todos lados, si tu idioma se enriquece de tantas voces y acentos, si la soledad se vive en cada corazón y, a la hora del té, los miedos se repiten y se comparten, qué quiere decir la frontera?. Cuánto contar, a quién contar, es el tiempo una forma de permanencia o sólo una manera de dar testimonio de tu presencia? Como decía Borges, ser colombiano es un acto de fe, no sería esta la manera de ser nacional de cualquier parte, cómo recuperas tu propia lengua, tus palabras, tus modos, el abrigo de tu acento el abrigo de tu lengua. Volver tal vez para callar, y aprender a callar para que esto que sucede te penetre y te posea y en alguna parte se mezcle para crecer y formar una nueva voz narrativa una nueva palabra-nación, una nueva palabra-casa.